Cronica

VIDAS PARALELAS ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE


Sábado 28 de mayo, son las 6:30 am, el impasible clima  que caracteriza a  Manizales, parece que congela mis manos, bien abrigada me dirijo al Hospital Departamental Santa Sofía de Caldas. .
Allí me esperaba Sergio Cifuentes, estudiante de último año de medicina de la Universidad de Caldas quien se encuentra haciendo la última rotación de interno obligatoria.
Muy amable me saluda y me invita a seguir, y me muestra las instalaciones del Hospital, mientras me contaba que ese hospital reciben muchos estudiantes, puesto que tienen una formación educativa continuada y que siempre están cambiando de médicos. Siento un mareo, y las ganas de trasbocar son inevitables el olor típico de hospital, ver tanta gente enferma de escasos recursos luchando con la edad y la salud. No es fácil.
Pasado unos minutos, continuo con el recorrido, me dirijo a la sala de traumas, allí se encontraban tres pacientes jóvenes una mujer y dos hombres, sigo hacia la sala de yesos, un niño de cuatro años llora sin parar, tenía fracturado los dos brazos el medico de turno y enfermeras tratan de calmarlo.
Contigua a esas dos salas está la sala de reanimación, donde se realizan procedimientos que significan salvar la vida del paciente, los pacientes que entran allí juegan a ganarle la batalla de la muerte.
Al lado está la sala de observación, hay cinco camillas de trauma y tres cubículos de cuidados intensivos. También hay una sala de hombres con cinco camas, y la otra sala es la de mujeres también con cinco camas.
Sergio ya me ha mostrado todo el hospital, se dirige a la sala de médicos, porque tienen programado revisión de tema, es una clase que se dictan en los semestres avanzados que es para resolver dudas, el tema es intoxicación  hoy la dirige al Dr. David González.
Van entrando a la sala, cuatro médicos internos compañeros de Sergio, Natalia, Karen, y Juan. Es la última rotación interna obligatoria de ellos. El Dr. David, se muestra afable, camuflado en una bata larga blanca  unas gafas pequeñas, zapatos de silicona azules, es delgado y  joven 26 años, lo hacen ser reconocido como uno de los mejores médicos del Hospital Santa Sofía. 
Previo a esto se hace la entrega de pacientes, a los médicos que entran de turno, se empieza con la entrega de los pacientes más delicados, se contextualiza al médico que el estado del paciente y de los medicamentos que se le han suministrado.
Mientras tanto yo observo con cautela, a cierta distancia, Sergio está pendiente de mí y me mantiene al tanto a través de señas. Los demás médicos me miran algunos sonríen otros se muestran algo más apáticos con cierto  recelo, no es normal que entre un desconocido y “supervise” lo que haces, y además tome apuntes de todo lo que ve.
Estando reunidos los cuatro internos con el Dr. David dispuesto a recibir la revisión de tema, se escucha a lo lejos el sonido de una sirena, pero ese sonido se hace más próximo, mi corazón empieza a latir más fuerte, y por mi mente pasan miles de cuestionamientos ¿Qué habrá pasado? ¿Un accidente? ¿Será un niño quien viene en la ambulancia? ¿Un anciano?
Los médicos sienten el llamado de alerta, pero ninguno se muestra nervioso, como lo estoy yo, se activa el instinto de organizarse para trabajar en grupo, y salen a mirar quien venía en la ambulancia.
El Dr. Henry  Maldonado coordinador de urgencias del Hospital Santa Sofía, es el primero en salir, un auxiliar de enfermería y dos médicos más abren las puertas de la ambulancia, yo  temblaba de miedo, la expectativa se apoderaba de mí, tal vez esperaba ver alguien cubierto en sangre, apuñaleado.

A sorpresa de todos, al abrir las puertas de la ambulancia vimos a dos pacientes, cosa que no puede suceder, las ambulancias están diseñadas para trasportar a un solo paciente, y por estado de gravedad de una de las mujeres que venían allí, debía estar acompañada de un  médico de soporte vital.
Las mujeres eran  ancianas, y una tenía un estado delicado de salud, ella venía con boqueo agónico, eso era una premisa del nivel de gravedad que tenía. Ella venía acompañado de su hijo, un campesino recolector de café, sus uñas sucias, ropa gastada y botas pantaneras permitían hacer una lectura de su condición social.  
Eran más de las 7:00 am y antes de ingresar a las pacientes, el dilema de la salud en Colombia se hacía presente, rectificar si tenía carnet, y verificar si podía ser atendida en el Hospital Departamental, que por su condición tiene una capacidad reducida en atención.
Yo no  podía creer lo que veía, si bien no era un tema nuevo escuchar hablar del dilema de la salud publica en el país, nunca había vivenciado lo que era, ver a esa mujer agonizando, su hijo alterado llorando. Y se tenía que verificar papeles, en vez de darle prioridad al estado de salud en que se encontraba la anciana. 
Eran un montón de sensaciones y emociones las que llegue a sentir ese momento, o mejor a lo largo de mi estadidad en las instalaciones del Hospital Santa Sofía de Caldas. El atropello, la abyección, la rabia se apoderaron de mi por unos minutos.
Superado el incidente de los papeles, procedieron a darle atención médica a las dos mujeres, yo me fui detrás de los médicos que llevaban a la mujer más  grave. Doña Rosalbina el boquea agónico y el estado de inconciencia en que se encontraba hacia que los médicos actuaran con más prisa. 
La apariencia de la mujer dejaba ver el nivel de desnutrición en que se encontraba, su ropa sucia, su piel ajada, y un olor añejo eran las características con la que llego la mujer. Yo  observaba  desde el vidrio de la puerta rodeada de médicos que atentos esperan la intervención del Dr. Cañas especialista en medicina interna.
Doña Rosalbina  se encontraba en un estado de conciencia alterado que y no respondía a  estímulos dolorosos. El Dr. Cañas empieza a dar órdenes, ingresa a la sala de reanimación  la Dr. María Cristina Florián  feje de la sala de observación y reanimación.
Los doctores Henry y David canalizan la paciente, y empiezan a poner líquidos a chorro, después de cuatro minutos la Dr. María Cristina, ve que la paciente no responde Sergio quien estaba afuera, decide entrar a la sala, sabía cuál era el procedimiento que seguía.
Sergio procede hacer masajes cardiacos cada dos minutos, para verificar el ritmo cardiaco. Las compresiones eran cada vez más fuertes, ya se había lastimado mucho a la paciente por la intensidad y fuerza que con que se hacían las compresiones.
En vista que no respondía la Dr. María Cristina toma la decisión de entubar, se hicieron varios intentos el primero fue Juan, y no pudo, el segundo fue el Dr. Henry, en el tercer intento volvió Juan, y no pudo y  cuarto intento lo hizo la Dr. María Cristina quien si fue capaz.
La Dr. María Cristina, es de carácter fuerte, chocante y una de los mejores médicos que con que cuenta el Hospital Santa Sofía, casi no se sabe el nombre de los demás médicos y los llama como china y chinos. Es muy influyente en el hospital y todo el mundo le “corre”.
La tención disminuye, parece mentira pera la capacidad que tienen esos médicos de minimizar las cosas y la posibilidad de calmarse para hacer las cosas, me deja atónita, la Dr. María Cristina  empieza hacer chistes, y paradójicamente en esa “tensión” comienza a reírse, yo observa esa escena de la sala de reanimación y la de las sala de espera donde, se encuentra sentado el hijo de doña Rosalbina llorando inconsolablemente.
Las pupilas dilatas de doña Rosalbina  avisan que la sangre no llega al cerebro, y mejor deciden no “maltratarla” más y dejarla descansar, aquel descansar que significa morir.  Karen se torna la única que no logra encajar a los chistes de la Dr. María Cristina, y es que para ella no  fue fácil ver morir a u su primer paciente.
Todos se quitan los guantes, Sergio me mira, y yo me pregunto quién será el encargado de darle la noticia al hijo que en sala de espera, anhela recibir buenas noticias. Karen sale y se encierra en el cuarto de médicos, está bastante afectada y la verdad es que lo podía comprender lo que se sentía.
Mientras tanto yo, algo trastornada con la situación, analizaba las facetas de estos médicos, una es la Dr. María Cristina, una eminencia, muy respetada, pero no le afecta la parte sentimental. La segunda; son los médicos que aceptan ordenes, y tercero; Karen la única medico afectada por la situación.  
El Dr. David se dirige a la sala de espera en búsqueda del hijo de doña Rosalbina, le explica el procedimiento que le practicaron, el un poco más tranquilo sale a pedir la cuenta, tal vez  una de las reacciones inesperadas que surgirían en una situación de estas.
Yo no podía calcular ni mucho menos imaginar la magnitud del dolor que sentía aquel hombre, ore por el alma de doña Rosalbina y le pedía a Dios en medio de mi silencio que protegiera mucho a mi madre.
Los demás médicos fueron a tomar un café, mientras hablaban  de futbol y de la novia de Juan. Así transcurrió la mañana del sábado en el Hospital Santa Sofía de Caldas. Y la supuesta revisión de tema a la que asistiría Sergio y sus compañeros, de rotación. 

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